Si algún día te rompo el corazón que no seas vos quien me castigue, que sea la vida, sin compasión, la que me arrastre hasta el filo del precipicio. Que me deje solo, con la ausencia de tu risa clavada en la garganta, y el peso de tu adiós como cruz que nunca se levanta. Si algún día soy yo quien apaga tu luz, que el recuerdo de haberte perdido sea el empujón que me hunda cuando esté al borde del abismo. Y que no haya red, ni consuelo, ni olvido, solo el castigo de saber que el amor más puro, lo destruí yo mismo.